lunes, 2 de marzo de 2020

HIJO DE LA LUZ Y LA OSCURIDAD



Nació, y los ojos,
pequeños nuevos espejos al mundo,
se abrieron como nacen los deseos:
de repente, y brillantes y luminosos,
con la ilusión de que se conviertan en realidades,
con el afán de hacerlos cumplir,
con la impaciencia de verlos realizados pronto.
Mimetizaron en invierno
el olor gris del humo
que sale de las chimeneas.
Mimetizaron en primavera 
el silbido dorado del viento
entre los campos de trigo.
Mimetizaron en verano
el gusto azulverdoso del mar.
Mimetizaron en otoño
la rugosidad parda de una hoja.
Pero también las tinieblas que ofrecen
los interrogantes de difícil respuesta,
de qué manera se apagan las estrellas centelleantes,
las dimensiones colosales del terreno de batalla,
la sangre sólidamente roja
deslizándose fuera de las venas humanas.
Absorbieron todo lo que pudieron absorber.
Y un día ya no pudieron absorber más.
Los colores, las figuras y las medidas
le estallaron en los ojos.
Como grandes globos llenos de pintura.
Iris descoloridos, cuerpos contraídos.
Cristalinos gastados, objetos difuminados.
Ceguera parcial.
Córnea desgarrada, sombras alargadas.
Retina rota, ausencia de formas.
Ceguera total.
Aprendió a vivir otra vida.
La nariz vio el miedo que sentían las personas
según el olor más o menos intenso
que exhalaba la piel de cada una de ellas.
Los oídos vieron los secretos y mentiras
que se escondían detrás de las puertas que los demás
cerraban tras de sí casi en silencio.
La lengua vio a otras lenguas enredarse y comer
en un lodazal de falsas pasiones.
Las manos vieron a otras manos solitarias y tristes
que se abrían solicitando a las suyas
que las acariciaran lentamente
—y así lo hacía,
aunque seguían siendo solitarias y tristes—.
Pero la nariz también vio la fragancia particular
que desprenden los enamorados.
Los oídos vieron cómo una boca oscura de pesadumbre
le cuenta una pena a otra boca
que le contesta palabras de ánimo rojas.
Como frutos pendiendo de la rama de un árbol
a punto de caerse y ser degustados,
la lengua vio madurar sus ideas al sol de octubre.
Las manos vieron la energía y el calor
que irradian los demás cuerpos.
Amó más intensamente.
Vivió más intensamente.
Vivió una segunda vida.
Y un día su vástago también abrió los ojos
como nacen los deseos.


8 comentarios:

  1. He aquí un poema que tiene mucho de carácter narrativo.

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  2. Me encantan los poemas narrativos: son cuentos poetizados; este cuenta una historia agridulce de bache y superación.

    Un abrazo.

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  3. me gusta como escribes maravilloso joven mujer bella

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  4. Gracias a los dos por vuestros comentarios.

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  5. Gracias, KaroCarlos. Te animo a que lo sigas leyendo.

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  6. De alguna manera todos aprendemos a vivir otras vidas... a fuerza de decepciones, errores, desengaños... en realidad somos unos supervivientes.

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