El espejo de mi habitación reflejaba las paredes
supuestamente blancas; botellas de cerveza vacías en un rincón; el escritorio,
con textos inéditos, seguramente por su falta de calidad —aunque me negaba a
reconocerlo—; la cama, cómoda pero demasiado grande para una sola persona… y,
en una noche intentando vanamente escribir una historia, mi rostro cansado y
confuso. Ante el espejo pensé: ¿la imagen proyectada refleja nuestra identidad?
¿Habría algo al otro lado? Y si era así, ¿qué? En un descuido toqué el cristal.
Una fuerza, procedente del objeto, me agarró bruscamente primero del brazo, y
después, cada vez más vertiginosamente, del resto del cuerpo. Fui absorbida, hasta traspasarlo. Lo que había al otro lado: las paredes supuestamente
blancas; botellas de cerveza vacías en un rincón; el escritorio, con textos
inéditos; la cama, cómoda pero demasiado grande para una sola persona… y mi
rostro cansado y confuso.
Participé con este microcuento en el VI Concurso de Relato Hiperbreve Villa de El Sauzal, organizado por el ayuntamiento de dicha localidad. En esa ocasión se presentaron 319 microrrelatos, un número bastante elevado. Podéis leer todos los textos de esa edición y de anteriores pinchando en el siguiente enlace: http://relatohiperbreve.blogspot.com.
Participé con este microcuento en el VI Concurso de Relato Hiperbreve Villa de El Sauzal, organizado por el ayuntamiento de dicha localidad. En esa ocasión se presentaron 319 microrrelatos, un número bastante elevado. Podéis leer todos los textos de esa edición y de anteriores pinchando en el siguiente enlace: http://relatohiperbreve.blogspot.com.
Es muy bueno.
ResponderEliminarY también descorazonador.
Será que no tenemos escapatoria?
Gracias, Toro Salvaje. Sí, parece que no hubiera salida. Como si estuviéramos encerrados en nosotros mismos.
Eliminarla realidad es lo que uno ve el resto no importa
ResponderEliminarY cada uno interpreta la realidad de manera diferente.
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