Preguntas.
También: interrogantes, dilemas, cuestiones, dudas.
Dilemas complicados como resolver una raíz cuadrada.
Cuestiones largas como un largo bostezo en una noche de insomnio.
Dudas confusas como hundirse en el lodo del desconcierto.
Preguntas causadas por el ansia de conocimiento, de descubrir.
De satisfacer el sentido de la curiosidad.
Cuando algunas de esas cuestiones tienen interrogación inicial pero no final.
Sobre todo cuando los niños formulan la pregunta del millón a los adultos.
Y la respuesta se queda flotando en el aire.
Los adultos salen del paso diciendo que era una pregunta "tonta".
Sentimiento de decepción por no haber resuelto la duda.
Tenía más certezas de joven que ahora.
ResponderEliminarA medida que uno se hace mayor todo se va volviendo menos seguro y más opinable.
A los niños siempre hay que decirles la verdad y tener con ellos toda la paciencia que haga falta.
Seguramente tengas razón tanto en lo primero como en lo segundo.
EliminarLa única respuesta que, a mi juicio, resuelve todas las preguntas es un abrazo, un beso, una caricia.
ResponderEliminarTu abrazo.
Te has ido por la vertiente más emocional y afectiva. También podría ser esa la manera de resolverlo.
EliminarUn abrazo.
Es normal que los niños quieran descubrir y saber, de ahí que hagan preguntas, para ir teniendo conocimiento de las cosas, pero los adultos a veces no reaccionamos como deberíamos. Y esquivamos alguna pregunta haciéndonos los sordos porque no sabemos qué decir. Eso no está bien. Hay que responderlos, y sino sabemos qué decir. Pues decírselo claramente. Pero siempre con la verdad por delante. Y explicándoselo de la mejor manera posible para que lo entiendan a su edad.
ResponderEliminarUn placer leerte, Sandra.
Besos.
Sí, muchas veces los adultos no respondemos a las preguntas que nos hacen los niños porque no sabemos qué responder. Pero es que los adultos también tenemos interrogantes y dudas.
ResponderEliminarCon esa suelen salir del paso, en efecto; para justificar o no saber o tener mucha pereza en responder.
ResponderEliminarSí, a veces la pereza es otra excusa que tenemos los adultos para no contestar a los niños.
EliminarMe gusta tu entrada las palabras que usas un texto muy bien llevado abrazos siempre querida
ResponderEliminarGracias a los dos, Alexander y Recomenzar, por vuestros comentarios.
EliminarPienso que todos los ninos,
ResponderEliminaren algún momento nos hacen muchas
preguntas y hay que responderlas
de acuerdo a su edad y entendimiento,
un gusto visitarte.
Besitos dulces
Siby
Completamente de acuerdo, Siby. Besos.
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