lunes, 1 de febrero de 2021

EL PIANISTA

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El pianista entró en la sala. Cecilia se enamoró instantáneamente. Era alto, atractivo y vestía elegantemente. Se sentó y con aire concentrado empezó a pulsar las teclas. El rostro reflejaba la pasión que sentía. Los dedos, largos y delgados, se movían ágiles y seguros. Cecilia imaginó que el músico acariciaba el cuerpo de ella con la misma intensidad con la que tocaba el instrumento. Decidió esperarle a la salida para presentarse y conocerle. Lo que ella no sabía era que la profesión no daba grandes cantidades de dinero y que esas mismas manos enfundadas en guantes blancos tocaban el piano con la misma agilidad y seguridad con la realizaban otras actividades no tan lícitas.

8 comentarios:

  1. Es el sino de quienes desempeñamos alguna actividad artística: no poder dedicarnos a ello plenamente y tener que trabajar en otra cosa para vivir. Siento cierta simpatía por ese ladrón de guante blanco. Total, para que se lo lleve el gobierno de turno.

    Un abrazo.

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    1. Sí, de ladrones de guante blanco hay de diferentes tipos...

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  2. Manos habilidosas pueden tener habilidad para el bien y para el mal de igual manera.

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  3. Así es, ¿pero en este caso podría estar justificado?

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  4. Vaya con el pianista... si es que no te puedes fiar de nadie.

    Besos.

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  5. Que tal, buen pianista
    y en el fondo.????.

    Besitos dulces

    Siby

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    1. Como dijo el personaje de Jack Lemmon al final de "Con faldas y a lo loco": "Nadie es perfecto", Siby, jiji.

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