Simón. Criado entre la burla y la compasión, el que se balanceaba extrañamente al andar. El que se quedaba mirando el vacío con ojos extraviados largo rato. A quien se le quedaba colgando la lengua en la boca abierta, de la que le resbalaba un hilillo de baba. Pero también el que respondía cortésmente cuando se dirigían a él. El que nunca haría daño a ningún animal. El que pronunciaba sentencias sabias como esta: «El tiempo pone a todos en su sitio».
Una tarde Isidro, la persona con más maldad del pueblo, después de hacerle a Simón una barrabasada más, tropezó con una piedra. Rodó por las escaleras del parque. La caída fue tan grande que le produjo heridas graves por las que fue hospitalizado varios días. Fue cuando Simón murmuró, con voz algo gangosa, esas palabras, mientras sonreía bobaliconamente al suelo. A partir de entonces, los vecinos dejaron de llamarle el Idiota.
El Ateneo Laguna de Duero, asociación cultural ubicada en Valladolid, convocó el II Certamen de Microrrelatos. Al concurso se presentaron 278 textos, una cifra bastante elevada. De entre los participantes se eligieron un ganador, dos finalistas y varias menciones honoríficas. Simón, el microcuento con el que participé y ya habéis leído, fue seleccionado y publicado en la antología que lleva el mismo nombre.
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